La tecnología y las redes sociales han logrado que comunicarnos entre nosotros sea más fácil y accesible, sin embargo ¿qué clase de comunicación es la que solemos tener?
Nuestras conversaciones diarias están plagadas de frases y palabras simples que no enriquecen en nada nuestro léxico, y en el caso de los jóvenes, esta situación es incluso más compleja, puesto que están expuestos no solo al simplismo sino a la apropiación de términos pertenecientes a otros países.
Somos conscientes de que la mejor forma de enriquecer nuestro léxico es leyendo, ¿pero qué hacemos si en nuestro país se lee menos de un libro al año por persona? Aquí es donde entra la labor del docente. ¿Qué podemos hacer nosotros para incentivar la lectura en nuestros estudiantes?
Es por esta preocupación que en México nace “Diseño de estrategias didácticas para potenciar la
riqueza léxica de los jóvenes”. Una investigación realizada sobre la idea de que "el lenguaje es la herramienta más importante para pensar y que cuanta más riqueza léxica tenemos,
podremos entender mucho mejor la información que leemos y expresar nuestras propias ideas." Basándonos en esta premisa podemos concluir entonces que un vocabulario más extenso mejora la capacidad de
analizar y comprender conceptos abstractos. La principal razón que llevó a muchos investigadores a darse cuenta que en realidad sí había un problema fue la deficiencia que demostraban los estudiantes universitarios al momento de redactar trabajos tales como ensayos, monografías, etc.
Como fruto de la investigación, se propusieron algunas estrategias que como docentes podemos aplicar para lograr mejorar el léxico de nuestros estudiantes.
1. Fomentar la lectura. A medida que avanzamos en nuestra vida académica, los textos que leemos deben aumentar su complejidad, debido a que nos ayuda a ampliar nuestro vocabulario, asimismo desarrolla nuestro razonamiento. Eso sí, no confundamos "extensión" con complejidad. Un texto bien puede ser muy breve pero complejo, así como también existen textos extensos pero vagos.
2. Crear grupos de debate, tanto presenciales como foros en línea. A diario, aprendemos muchas palabras por medio de la interacción que tenemos con otras personas. En un debate compartimos ideas por lo cual es una buena forma de lograr que nuestro vocabulario se amplíe y abrirnos a nuevas maneras de percibir el mundo.
3. Aplicar pruebas para la medición del acervo léxico. Esto es muy importante para saber qué tanto saben nuestros estudiantes y qué tanto van aprendiendo a lo largo del periodo en el cual los acompañamos.
4. Crear una “biblioteca itinerante” en tabletas electrónicas en préstamo de la biblioteca del campus.
Los investigadores aún siguen aplicando estas estrategias para verificar si realmente generan alguna mejora frente a la situación, por lo que debemos seguir atentos a los avances que realicen paulatinamente. Y por supuesto, lo que no debemos hacer, es dejar de preocuparnos por este asunto que perjudica a tantos jóvenes en etapa universitaria.